Esta raza es el ejemplo del éxito de los intentos de criadores británicos que querían, partiendo del Mastín inglés, obtener un perro de guardería que uniese las características de éste a las de otros de gran tamaño. Inicialmente se intentaron, sin éxito, complicados cruzamientos con diferentes razas entre las que se incluían además del Mastín, el Bulldog, el Dogo, el Galgo irlandés, etc., hasta que a un criador se le ocurrió la idea de cruzar sólo al Mastín con el Bulldog obteniendo de este modo el Bullmastiff, raza que fue oficialmente reconocida en 1924.